Filosofía de mujer de hielo I

Hoy la entrada va dedicada especialmente a Fer porque fue el artícfice de la idea.

No me quiero enrollar mucho así que si alguien quiere saber de qué curiosa conversación surgió el tema, que pregunte y se lo cuento.

El caso es que ayer Fer me decía que le encontraba brechas a mi "filosofía de mujer de hielo". Es cierto, seguro que las tiene, por eso mismo (y por un par de cosas más) no soy filósofa, pero no sé muy bien dónde estaba la brecha en este caso. Hablábamos de la importancia que le damos a ciertas cosas y lo que le quería transmitir es que a veces no merece a pena dársela.

Soy consciente de lo mal que me explico, así que intentaré simplificarlo al máximo. Al elegir mis criterios para darle importancia (me refiero a relevancia, no a prioridad) a los diferentes aspectos de mi vida, me planteo qué gano y qué pierdo (ventajas o inconvenientes..., son sólo nombres). Me he dado cuenta de que ya ha pasado una cuarta parte de mi vida, obviando accidentes y esas cosas, y se me ha pasado volando. Por eso no tengo tiempo ni ganas de aguantar tonterías. Si algo no me interesa, tiene más inconvenientes que ventajas, simplemente paso y a otra cosa. En TODO. Tal y como intentaba, también ayer, transmitirle en el blog a La Mary.

Cada segundo de mi tiempo es único e irrepetible y sólo yo quiero decidir cuántos malgastar al día y en qué.

"¿Merece la pena hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres?".

Sois únicos, comportaos como si lo fuerais. Sed conscientes de que estáis aquí, de que os movéis, de que vivís...

Ya he dicho que no soy filósofa, simplemente lo veo así. Mañana una que entienda alguien, lo prometo.