Hoy es el día del trabajador, día en el que irónicamente no trabaja casi nadie..., pero eso es otro tema.
Lo que más me hace pensar este día es la cantidad de gente que se queja de su trabajo, de su sueldo, de su jefe, de sus compañeros... Tanto inconformismo está bien cuando estás dispuesto a luchar por mejorar las cosas, pero la gran mayoría de las personas que se quejan no hacen nada por mejorar su situación, entonces ¿qué?, ¿para qué tanta queja?. En mi opinión no es nada más que el intento desesperado que todos tenemos de llamar la atención y para ello tratamos de demostrar que estamos peor (o mejor, dependiendo de la situación) que el resto. Pero siempre hay alguien que está peor. Me parece normal quejarse por tener que trabajar 8 horas diarias por 600 euros o menos al mes, pero hay algunos que realmente necesitan un trabajo porque no tienen para sacar a su familia adelante o para comer y no lo tienen; hay otros muchos que trabajan 20 horas al día por un pedazo de pan y un rincón en el suelo donde poder acurrucarse; hay otros muchos que no tienen brazos o piernas con los que trabajar físicamente y que pese a poder desempeñar otra función no tienen tal oportunidad; incluso hay muchos a los que se les niega el trabajo por cuestiones étnicas, por pensar de forma diferente o por su género; pero creo que sin duda los que peor están son todas aquellas personas que ya no tienen la posibilidad trabajar, de cabiar las cosas porque descansan bajo grandes piedras o cruces. Ellos siempre estarán peor que nosotros porque ya no están.
Estamos aquí. Tenemos un abanico de posibilidades delante de nuestras narices. No es fácil, pero las cosas pueden cambiar si queremos que lo hagan, si creemos en la posibilidad de cambiarlas y si ponemos los medios para que suceda. La autocompasión no llega a ninguna parte, no cambia nada y, de echo, no nos hace sentir mejor, entonces ¿por qué invertir tanto esfuerzo en autocompadecernos y no invertir más en autorrealizarnos? Quéjate, pero procura no tener que hacerlo. Serás más feliz.
Lo que más me hace pensar este día es la cantidad de gente que se queja de su trabajo, de su sueldo, de su jefe, de sus compañeros... Tanto inconformismo está bien cuando estás dispuesto a luchar por mejorar las cosas, pero la gran mayoría de las personas que se quejan no hacen nada por mejorar su situación, entonces ¿qué?, ¿para qué tanta queja?. En mi opinión no es nada más que el intento desesperado que todos tenemos de llamar la atención y para ello tratamos de demostrar que estamos peor (o mejor, dependiendo de la situación) que el resto. Pero siempre hay alguien que está peor. Me parece normal quejarse por tener que trabajar 8 horas diarias por 600 euros o menos al mes, pero hay algunos que realmente necesitan un trabajo porque no tienen para sacar a su familia adelante o para comer y no lo tienen; hay otros muchos que trabajan 20 horas al día por un pedazo de pan y un rincón en el suelo donde poder acurrucarse; hay otros muchos que no tienen brazos o piernas con los que trabajar físicamente y que pese a poder desempeñar otra función no tienen tal oportunidad; incluso hay muchos a los que se les niega el trabajo por cuestiones étnicas, por pensar de forma diferente o por su género; pero creo que sin duda los que peor están son todas aquellas personas que ya no tienen la posibilidad trabajar, de cabiar las cosas porque descansan bajo grandes piedras o cruces. Ellos siempre estarán peor que nosotros porque ya no están.
Estamos aquí. Tenemos un abanico de posibilidades delante de nuestras narices. No es fácil, pero las cosas pueden cambiar si queremos que lo hagan, si creemos en la posibilidad de cambiarlas y si ponemos los medios para que suceda. La autocompasión no llega a ninguna parte, no cambia nada y, de echo, no nos hace sentir mejor, entonces ¿por qué invertir tanto esfuerzo en autocompadecernos y no invertir más en autorrealizarnos? Quéjate, pero procura no tener que hacerlo. Serás más feliz.
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Pues nada, que si eso nos puedes contar algo aquí, que siempre se agradece..